En algunas cuentas profesionales de redes sociales o en entornos de profesionales de atención temprana que trabajan con niños y niñas con autismo a veces, nos encontramos imágenes como esta que aparece más abajo de niñxs muy pequeñxs jugando con sus intereses, acompañadas de mensajes cómo: “habilidad apropiada para la espera”, “juego para momentos de descanso”, “consejos para reducir autoestimulación y otros comportamientos inadecuados”.
Estos mensajes traslucen muchas concepciones de la infancia y del marco teórico desde el que se trabaja en su desarrollo:
- Ponen el foco en la conducta del niño o niña (en lo que hacen)
- Son enfoques capacitistas donde se aspira a que el niño o niña aprenda conductas adecuadas al contexto en el que se encuentran (su edad o nivel educativo, por ejemplo)
- Se entiende que los niños y niñas presentan conductas inapropiadas que deben ser eliminadas
- Se entiende el juego como un contexto vacío de aprendizajes, accesorio, que sirve de premio y se puede permitir solo después de un periodo de trabajo efectivo
Nos preocupa mucho que se traslade este tipo de mensajes a las familias, a las que encontramos muchas veces agobiadas pensando que tienen que poner a trabajar en mesa a sus pequeñxs, que el rato de juego es una pérdida de tiempo, o que hay que limitar, reducir o acotar algunas conductas de sus hijos porque no son apropiadas. El resultado de todas estas creencias que inoculamos los profesionales a las familias suele ser:
- Familias estresadas, que no saben relacionarse con naturalidad con sus hijxs
- Niñxs frustradxs a los que no se deja desarrollar su juego creativo y espontáneo
- Niñxs que rechazan cada vez más el contacto
- Relaciones tensas en el hogar
- Una sensación paradójica de los familiares que se sienten culpables por “no trabajar lo suficiente” a la vez que incómodos en actividades que no les son placenteras a ninguna de las partes
Desde enfoques neuroconstructivistas del desarrollo, desde modelos naturalistas de intervención y desde el modelo social de la discapacidad, el planteamiento es absolutamente diferente:
El niño o niña se entiende como ser afectivo, completo y digno tal y como ya es, con sus propias metas, deseos y necesidades. Se promueven las relaciones con ellos por quienes son, no por lo que hacen. Se entiende su desarrollo como producto de la interacción entre su dotación biológica y el contexto. Y que es este contexto el que debe adaptarse para promover la adaptación de la persona, y no al revés.
La finalidad no es que el niño o niña se comporte de tal forma que entre en conformidad con su contexto. Sino que sea capaz de desarrollar su propia iniciativa y expresarse para modificar exitosamente el entorno y satisfacer así sus metas y necesidades afectivas y materiales.
El niño o niña no presenta conductas inapropiadas. Sus conductas son evolutivas y tienen una función de adaptación. El papel del entorno, en particular de familiares y profesionales, es comprender esa función y, en su caso, acompañar favoreciendo el desarrollo de nuevas habilidades o conductas que permitan satisfacer esa necesidad.
El juego, entendido como actividad espontánea, elegida, autogenerada y de disfrute para el niño y la niña, es un contexto idóneo de desarrollo, donde las consecuencias del error son nulas mientras que la motivación para explorar, aprender, comunicar… (atender, escuchar, mirar, manipular, imitar, crear, compartir, persisitir, cambiar…) son máximas. El reto no es del niño para aprender a jugar. Ya sabe. El reto es del adulto para aprender a acompañar su juego de modo que pueda estimular su desarrollo óptimo como persona.
Si eres mamá, papá, profesional… Por favor, recuerda:
- La infancia es infancia, lleve asociada la condición que sea.
- El rol de la infancia es jugar, NO trabajar.
- El juego sólo es juego si provoca disfrute para el niño o niña y si es espontáneo (elegido por él o ella). Sino NO es juego.
- El juego es el contexto de aprendizaje más potente en la infancia.
- Relájate y ¡JUEGA!
Tengan o no, autismo o cualquier condición, devolvamos a cada niño y a cada niña el derecho de serlo.
Julia Robles
Psicóloga – Directora de HoDARI
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